sábado, 28 de diciembre de 2013

NICOLASA (II)

¿De quién son los terrenos considerados comunales del Valle de Nicolasa?. Evidentemente parece ser que  cada palmo de tierra de este mundo tiene un dueño-a  y como no podía ser menos, los terrenos de Nicolasa También.  Veamos Pues:

“El  día uno de Marzo del año de 1.894 se otorga escritura pública a favor de varios adquirientes de un monte llamado  “Brañamonio y  Ablaña” sito en las parroquias de Loredo, Seana, Valdecuna y Gallegos, del concejo de Mieres, extensión de quinientas diez hectáreas, terreno montañoso y de mala calidad, que linda al Norte caseríos y bienes de Pando, de Belfono, Llamoeta, parroquia de Loredo, Conforcos, Tablao de Arriba y Seana, de la parroquia de Seana y del  caserío del Candasín  de Gallegos; Sur y Oeste con monte de los concejos de Foz y Riosa. Melujedo, Aballegu y Gallegos; Y al Este con terrenos del pueblo de Foz y caseríos de Pajio y más caseríos de Ablaña….”
 Esta finca o montes comunales pertenecientes a las cuatro parroquias reseñadas fueron adquiridas por un importe de veinte mil pesetas,   incluidos los derechos al estado, cantidad que se abonó en nueve plazos por una serie de personas, supongo que a escote pericote.
En lo que al valle de Nicolasa se refiere, los compradores y su lugar de residencia fueron los siguientes.
BEIDOSA
                         José Estrada Fernández, José García García, Juan Fernández  Fernández,    
                         José Estrada Villa, Vicente Álvarez Fernández, (Ilegible) Álvarez Muñiz, José   
                         González Álvarez, Julián Iglesias  Marcos, Ramón García Fernández, Joaquina         
                         Prieto Moro (Viuda), Manuel Argüelles Alonso, Manuel Villa Suárez.

PRADO CIMERO
                         Leoncio Estrada Estrada, Celestino Riestra Fernández, Elías Ordoñez Ardura,   
                         Nicolás Iglesias Fernández, José Iglesias García.

LLANO TORTORIO
                         José Fernández Figares.

ESCALDAONA
                        Vicente García Fernández.

BRAÑA CASTAÑAR
                        Antonio Fernández Prieto, Severiano Vázquez  Velasco, Francisco Prieto Moro.

ABLAÑA
                        Manuel Coto Gutiérrez, Santiago Allende Vázquez, Jerónimo Estrada García,
                        María González Álvarez (viuda), José García y García, Francisco Iglesias Díaz,
                        Andrés Iglesias Díaz, Manuel Estrada Álvarez, Vicente Estrada Álvarez, Juan
                        Valdés García, Tomás Fernández Quintana y Díaz,  Nicolás Menéndez Fernández,             
                        Manuel Díaz Álvarez, Bernardo Fernández García, José Suárez Fernández,  Ramón
                        Fernández Cosío, Francisco Llaneza y Llaneza, Ramón Quintanal  Baragaño, Rafael
                        Fernández García, Francisco Álvarez García, Casimiro García Estrada, Lucas      
                        García Estrada, Francisco Fernández y Fernández, Manuel Álvarez Acebal  y
                        Fernández, Joaquín Llano García, Celestino Fernández Cachero, Ramón Salgado
                        Estrada, Manuel Estrada Álvarez, José Sánchez Iglesias, Ramón Álvarez y Álvarez,
                        Andrés Figares Martínez, Manuel Arias Villa, Ramón Arias y Allande, Manuel
                        Muñiz y Vázquez, Carlos Creste Iglesias,  (Ramona Vázquez) Manuel Muñiz
                        Vázquez, Emilio Suárez Cachero, Pascual Arias Suárez, José Fernández Vallín
                        e Iglesias, Valeriana Fernández Huerta (viuda), José Estrada Fernández, Matilde
                        Llaneza González, José Vega Ordoñez, Pedro Estrada Suárez, Genaro Fernández y  
                        Fernández.


               
Del resto de compradores de los citados terrenos omito sus nombres, puesto que este trabajo solamente se refiere al valle de Nicolasa, pero por curiosidad dejo constancia  del lugar de residencia  y del  número que contribuyeron  en la citada compra  : Pueblo de Gallegos: 33; Canga: 48; Cenera: 24; Villaestremeri: 19; Pajido: 20; Viesca y Tazada: 12; Sobrobio: 10; Villamartín: 21; Insierto: 14; Requejado: 9; Espinedo 3; Ribono; 15; Panizales: 1; Estación de Mieres: 34; Embermiga: 2;  Sueros: 16; Loredo: 41; Vega de  Sampedro: 26; La Pereda: 34.

Los topónimos están copiados textualmente de la escritura pública. Nótese  las características de los escribanos de aquellos tiempos en donde se destaca  el afán de omitir todos los topónimos en llingua asturiana; Pajido por Paxío, Beleidosa por La Faidosa, Requejado por Requexáu, Etcétera.

La escritura está fechada en 1.894 y en la misma no hace ninguna alusión a Nicolasa, ni a la Llerosa de Riba, ni a la Llerosa de Abajo, ni a La Cábila, ni a lo más chocante: al Cibero o Llanu la Tabla. ¿Sería porque en esa fecha estos núcleos de población no estaban constituidos?. Lo dejo para otra entrega en donde trataré este asunto con más  profundidad.

Aclarar que algunos de los topónimos reflejados en la escritura pueden inducir a la confusión cuando dicen: La Beidosa. Sin duda  se está  refiriendo a La Faidosa. Por Llano Tortorio. El escribano  está haciendo alusión  al Tortuxu o Tortúriu, que es una  hacienda, caserío o terreno  ubicado  al Sur de la Faidosa. La Escaldaona es una porción de terreno arbolado (Castañéu) ubicado  en el margen derecho del Regueru Goyo un poco  por encima del que fue el Caserío  de Goyo, en Nicolasa.  


                                                                                                           Juan La Viru

viernes, 20 de diciembre de 2013

LA CÁBILA

Cavilando en la Cábila he llegado a la conclusión de que no es probable que este topónimo tenga alguna relación con los poblados que hacen   los beduinos o bereberes durante sus marchas trashumantes por el desierto. El  filólogo  Xoxé Lluís García Arias encasilla este topónimo, de la Cábila, consecuente con el movimiento obrero.
Debajo de los cerezos en flor las casas de La Cábila
De todas maneras La Cábila (Nicolasa), es lo que se ve en la foto; Cuatro viviendas adosadas, que  no describo sus características por que la imagen  lo dice  todo. Más al fondo, en la mitad del margen derecho de la fotografía, se ve    el Caserío del Castañíu y por encima  se entrevé una  parte del Prau La Cotá; que es la pradería más fondera que  pertenece al Caserío de Conforcos. Entre el Caserío del Castañéu y el Prau La Cotá se aprecia la calzada del Camín de Conforcos, que era la caleyovía  de  San Fernando, por la cual, un poco a pie y otro poco  andando, subían y bajaban los vecinos de la zona  y  decenas de obreros  que trabajaban   en las   minas de montaña del Grupo Nicolasa.
La  foto de La Cábila está tomada en el año 2.001. En los albores del año 2.014 estas edificaciones están parcialmente derruidas. Nadie las habita ni nadie se interesa por su conservación. De los prados que había en el contorno de estas viviendas que se llamaban: El Prau el Valle, La Praera, Prau Celesta, La Pontona y el Praiquín y como tierras de labor La Güertona bajo Casa, a demás de  algunos pequeños  huertos  esparcidos por el contorno, como se ve en una de las fotografías,   ya no queda ningún vestigio.
El camino por el que se accede a este lugar se desvía de la carretera de Nicolasa   (MI-1) hacia la falda del Cordal de la Meruxega cuando la calzada de dicha carretera  cruza   por encima del Regueru de Conforcos. El camino, que  es estrecho y tallado en la Pudinga, gira a la derecha al llegar a la Casa de  Coto y nada más pasar por  delante de la  vivienda de Julia  (la Porreta)  el sendero zigzaguea  hacia la izquierda monte arriba hasta llegar a las casas de La Cábila después  de recorrer  una distancia de unos doscientos metros, que es la trayecto el línea recta   que habrá entre la calzada de la carretera y La Cábila. 
En la  Cábila ya no vive ningún ser humano, pero me voy a permitir recordar  los nombres de las personas que entre la década que va desde     1.950  a   1.960 ocupaban   estas viviendas:
  Un matrimonio compuesto por  Manolo (el Robeco) y Delfina con sus hijos: Eugenio, Manolo, Agustín, Misael y Marcelina.
 Una señora viuda que se llamaba Leónides Estrada que tenía cuatro hijos: Pepe, Sabina, Baltasara y Alejandro.
Las cuatro viviendas de La Cábila. Al fondo el caserío
del Castañeu y un trozo del prado de La Cotá
Otro matrimonio formado por Remedios y Eugenio Ovalle Estrada y que  tenían  cinco hijos: Láudela, Eudosio, Remigio y Sergio Ovalle Estrada*.
Y  Lucita que  estaba casada con Ignacio Estrada Álvarez (Claverón) y que   tenían cuatro hijos: Remigio, Amador, Carlos y Maximino.

Solo me falta una señora viuda que se llamaba Benita que  tenía con ella a sus siete hijos: Benito, Mateo, Matías, Manolita, Alicia, Maruja y Víctor.
No es una leyenda, estas 32 personas vivieron en los edificios que se ven en la fotografía.
Y ya que en la foto reseño el caserío del Castañéu, señalar que en él vivía el matrimonio entre Laudelina y José Estrada con sus hijos: Tina, Pepín Josefina y Sabina.

·         Sergio Ovalle Estrada, nació y se crió en La Cábila, sin su colaboración estas líneas no las hubiese podido escribir.
Juan Laviru

domingo, 15 de diciembre de 2013

DON ANTONIO

El popular y recordado sacerdote D. Antonio José Fernández Fernández, más conocido por los feligreses como Don Antonio, que fue titular de las parroquias de Loredo y Baíña (Mieres) durante más de cincuenta años, nació el 23 de abril de 1913 en San Antolín de Villanueva (Talarén), parroquia del concejo o municipio asturiano de Navia.
De familia muy cristiana, era hijo de Manuel y Társila y tuvo 9 hermanos, de ellos tres varones, Don Luis --el otro hermano sacerdote, fallecido en Cabanella de Navia el 28 de octubre de 2007--, Domingo y Marcelino, que estuvieron casados, y seis mujeres: Pilar, Olvido, Carmina, Luz, Piedad y Teresita, de las que tres fueron religiosas franciscanas del Buen Consejo: Pilar, Olvido y Luz.
De joven, Don Antonio trabajó en la construcción del ferrocarril Gijón-Santander (FEVE) a su paso por Navia.
Entró en el Seminario de Valdediós (Villaviciosa - Asturias) el 29 de septiembre de 1932 cuando tenía 20 años de edad. Cuentan sus compañeros que su fuerza física era tan grande que, con los brazos en cruz, sostenía colgados de ellos a dos personas adultas.
Fue ordenado sacerdote en Valdediós el 16 de junio de 1940, a los 27 años de edad, por el entonces Obispo de Oviedo D. Manuel Arce Ochotorena. Celebró su primera Misa solemne el 23 de junio del mismo año en la iglesia de San Pedro de Andés (Navia), donde residían sus padres y familia.
De 1940 a 1943 estuvo de coadjutor en la parroquia de Valdesoto, en el concejo de Siero.
De 1943 al año 2002 fue párroco de Loredo  --en cuya casa rectoral se instaló con sus padres y hermanos nada más llegar y vivió luego bastantes años en compañía de Piedad y Teresita--, Baíña, La Pereda y Ablaña, pueblos del norte del concejo de Mieres (Asturias).
Pasó a la situación de jubilado el 31 de marzo de 2002, fijando su residencia en Cabanella de Navia junto con sus hermanas Piedad y Teresita, y muy cerca de su otro hermano don Luis.
Falleció en su casa de Cabanella el 22 de abril de 2008 y al día siguiente, en que cumpliría 95 años de edad, el Sr. Arzobispo de Oviedo, Don Carlos Osoro, presidió el funeral de cuerpo presente en la iglesia de San Pedro de Andés, recibiendo a continuación sepultura cristiana en el panteón familiar del cementerio de Andés. A pesar de sus grandes sufrimientos, la víspera de su muerte por la tarde, celebró la Eucaristía con plena lucidez en la capilla de Cabanella.
Don Antonio era persona de pocas palabras y profundos sentimientos. Hombre humilde y sencillo, no le gustaban los aplausos ni los homenajes.
Cuando se enteraba de que alguien estaba enfermo, allí estaba él en su casa o en el centro sanitario para consolarle y llevarle los auxilios de la fe.
Siempre abierto a recibir consejo y orientación, no tenía inconveniente en preguntar a sacerdotes mucho más jóvenes que él sobre temas de Teología, Moral o Pastoral.
Los sacerdotes que se confesaban con él decían que era un gran confesor y director espiritual.
Los que le conocían decían de él que «lo daba todo por sus feligreses». Éstos, tras su fallecimiento, quisieron reconocerle su labor, algo a lo que se había resistido en vida. El 27 de octubre de 2008 los vecinos del pueblo de Loredo le rindieron un sentido homenaje, con una misa en su recuerdo oficiada en la iglesia parroquial por su sobrino, el también sacerdote don Antonio Fernández García, y el descubrimiento de una placa conmemorativa. En junio del mismo año, el pueblo de Ablaña, en cuya rectoral residió Don Antonio durante muchos años y hasta su retiro, había llevado a cabo un acto similar en su honor.

FUENTE: D. Antonio Fernández García, sobrino de D. Antonio,  http://www.vivirasturias.com.

sábado, 7 de diciembre de 2013

NICOLASA

Se puede caer en la tentación de definir el topónimo de Nicolasa como un antropónimo, pero si se tiene en cuenta que la definición de antropónimo se refiere a la adjetivación de un poseedor o una cosa poseída,  con el topónimo de  Nicolasa tengo la duda razonable para que no  se dé  esta circunstancia. A mi entender, se trata de la costumbre de poner nombres femeninos a las explotaciones mineras a la hora de efectuar su registro en el ministerio correspondiente, como se puede constatar en toda la cuenca minera. 
Hasta bien entrado el siglo XIX al entorno de nuestro valle   se le llamaba  “El  Valle de Ablaña”. El río ( Río Nicolasa), se definía como el “Reguero de la Oscurera del Valle” y a  las viviendas y lugar en donde están enclavadas,  que en la actualidad se definen como Nicolasa, era y en realidad, siguen siendo, El Cibero.
Fue en el año de 1.843, cuando  Don José González Longoria, como apoderado de las compañías Explotadora Ovetense y Prosperidad, registra las minas de Nicolasa, la Olvidada, La Alta y La Ordoñera.  Situando a la Mina Nicolasa  “a orillas del Arroyo de la Oscurera del Valle, arroyo que desemboca en el Río Caudal junto al industrioso pueblo de Ablaña”. Aquí me permito hacer un inciso para señalar que cuando el acta del  registro se refiere al “Arroyo de la Oscurera del Valle”  está reseñando  lo que en la actualidad se conoce como Regueru de los Infiernos y Río Nicolasa, a los cuales  los considera como un solo arroyo.
La mina de Nicolasa perduró en el tiempo, adsorbiendo al resto de minas que había en el valle, por lo que podemos deducir que la etimología del topónimo “Nicolasa” se debe a la citada explotación minera y  que nada tiene que ver con un antropónimo, puesto que no hay indicios que  demuestren que una persona llamada Nicolasa fuese la poseedora de la mina.
Pero hay  otra historia que refleja lo contrario y que dice así:
Cuentan de una señora, de nombre Nicolasa, que  era la propietaria  de  unos lavaderos de carbón. (Los lavaderos de carbón  eran unos artilugios  que haciendo pasar el agua mezclada con tierra y carbón  por unas canalizaciones, generalmente de madera,  se lavaba con el fin de separar la tierra de la hulla y  al mismo tiempo  se  recogía el carbón que bajaba mezclado con   las aguas residuales de las minas del valle). Y dicen que esta señora llegó a tener un número considerable de trabajadores, siendo muy común, cuando se preguntaba a algunos de los obreros de estos lavaderos, ¿en dónde trabajaban?, que contestasen  que trabajaban para Nicolasa, o que iban a trabajar para Nicolasa. No sé si estos dichos terminaron dando nombre al valle, pero si  que lo he oído contar.    De ser cierta esta historia, es evidente que estamos ante un antropónimo.
Pero hay más, veamos otra historia que publica el periodista Jaime huelga  en la Revista “Camín de Mieres Aula de la Paz 95”  página 22, en donde relata una  entrevista a un conocido vecino de Ablaña, “Ino” Peña, (para los que trabajamos con él  “Cañaviru”), y que dice así:
   “Una señora llamada Nicolasa Camino* tenía dos hijos varones y cuatro hembras. El primer hijo murió en un accidente de mina a la edad de 10 años: era aguador. La madre debido a este triste suceso perdió la razón. Ella iba todos los días a boca de la mina y exclamaba: ¡Sacadme a mi hijooo…! ¡Sacadme a mi hijooo!  Debido a este suceso, a aquel sitio o lugar, las gentes lo denominaron, en memoria de la citada señora  “NICOLASA”.

·         Nicolasa Camino estaba casada con Francisco Peña, eran naturales de Barruelo (Palencia).


Juan Laviru