sábado, 30 de noviembre de 2013

FERNANDO GARCÍA CURTEN

Escultor y pintor argentino de reconocido prestigio en todo el mundo, nace el 18 de enero de 1939 en San Pedro, Provincia de Buenos Aires.
Vive en E.E.U.U entre los años 1965 y 1967. En 1978 viaja a España para conocer la tierra de su padre, Laudelino García, natural de Ablaña (Asturias). Ese mismo año obtiene beca del Instituto de Cultura Hispánica y expone individualmente en Madrid. Invitado por Elizalde Gallery para exponer en Los ángeles (California, 1981). Invitado por Illinois Art. Council realiza cinco muestras individuales y dos colectivas (E.E.U.U 1983/84). Invitado por Latín American Cultural Development, expone en Houston, Texas y en Washington D.C.(1983).
Invitado por Galería Estol de Barcelona, España, expone en 1987 y 1988. Obtiene dos primeros premios en Argentina (1976 y 1977) y Mención Honorífica en E.E.U.U (1977). A partir de 1977 deja de participar en salones competitivos. Invitado por diversas galerías argentinas a muestras individuales en varias ocasiones (Gal. Van Riel, Bs. As. / Galería Carrillo, Rosario / Gal. Teodelapio, Bs. As / Centro Cultural General San Martín, Bs. As. / Centro Cultural Recoleta, Bs. As., etc. Obras suyas en colecciones públicas y privadas del país y del extranjero (buenos Aires, Catamarca, Rosario / Madrid, Barcelona, Mallorca de España/ Los Ángeles, Illinois, etc de E.E. U.U. / también en Brasil, Nicaragua, Venezuela e Italia. Avalan su obra más de    opiniones críticas publicadas en antologías, revistas, libros y periódicos del país y del exterior. A partir de 1990 deja de exponer.
En 1992, funcionarios y amigos convierten el hogar en el que nació en Casa Museo. En 1995 decide, junto a su esposa y sus hijas (la poeta Susana Tosso, la escritora Fernanda García Curten y la bailarina Rosaura García) legar gran parte de su obra al patrimonio comunitario. Por esa decisión se crea, en 1997, la “Fundación García Curten”.


Instantáneas de su visita a Ablaña, durante su visita a nuestro país en 1978.





miércoles, 27 de noviembre de 2013

LA FUENTE DE NICASIO

La primera traída de agua al pueblo de Ablaña data del año 1.934. Se trataba de una tubería de   150 milímetros de diámetro que recogía parte de las aguas del Regueru de Conforcos a la altura del Caserío del Castañíu (Nicolasa) y las iba distribuyendo a lo largo del recorrido en unas edificaciones (lavaderos) con techumbre  en las cuales el agua se distribuía entre un caño o fuente, un abrevadero y unas valsas para lavar la ropa. El primer lavadero estaba debajo de La Cabila y otro un poco por encima de La Llerosa de Abajo, ambos en Nicolasa. Un tercer lavadero aún se puede ver  (recién remodelado), en Les Quintanes, el cuarto estaba delante de la iglesia de Santa Bárbara y el último de la traída es el que se encuentra en La Casa Riba. A la fecha  el agua solo llega al lavadero de Les Quintanes, y eso  gracias a la labor de mantenimiento de la tubería por los vecinos de esa zona. El lavadero de Nicolasa esta inutilizado,  el de debajo de La Cabila y el de Ablaña de Arriba desmantelados.  Todo apunta a que en este pueblo los vestigios de nuestros antepasados estorban.
A todo esto, a  principios del siglo XX,  la única fuente con  manantial de agua potable que había en Ablaña era la Fuente Nicasio. Había otras fuentes: la de junto al cine o la de La Mexona, por poner un ejemplo, pero a sus caños llegaba el agua entubada. (La fuente la Mexona inutilizada y la de junto al cine, como el cine, desaparecidos en combate en lucha desigual contra la piqueta invasora).
La Fuente Nicasio estaba situada  al lado de la    “Panadería de Guzmán”; del comercio de la “Cantina de Jesús”; del establecimiento o “Estanco de Aurorina”; del puesto de golosinas de ”Genta Peláez”; del “Economato y Biblioteca  de Mina Llamas; al lado mismo  de  materiales eléctricos “Comercial Lito” (Lito el electricista); a cuatro metros   de la Central de Teléfonos y a unos  veinte metros del  Cuartel de la Guardia Civil.  Como se puede apreciar la fuente estaba  ubicada en un lugar enormemente comercial y por tanto muy  transitado.
Estado actual de lo que fue la famosa “Fuente de Nicasio”
La pimpana de esta fuente estaba un poco por debajo del rasante del camino, por lo que para coger el agua, había que bajar  dos o tres escalones en forma de herradura tallados en mampostería y ladrillo macizo, escalones por los que se acedía a    un descansillo, de aproximadamente un metro cuadrado, en  donde estaba    encastrado el caño  en un frente enladrillado, que junto con los peldaños completaban un conjunto artísticamente rematado.
A esta fuente, junto con los vecinos del pueblo, venían a por agua jóvenes con la categoría de  “pinches” y mujeres a las que se les llamaba  “aguadoras”, que en barriles de madera la transportaban hasta los talleres de la Fábrica de Mieres con el fin de mitigar la sed de los trabajadores de dicha factoría.
En época de estiaje, el caudal de esta fuente solía disminuir considerablemente y debido a esta circunstancia se formaban largas colas de gente con sus calderos y barriles a la espera de llenarlos del preciado líquido.
Me contó la heredera de esta fuente (nieta del Señor Nicasio) que sobre el año de 1.943 se secó de golpe sin que hubiese una causa aparente que justificase tal hecho y que después de varios días  sin salir de su caño ni una sola gota de agua, de igual manera que se secó, volvió a manar el agua abundantemente.
La importancia de esta fuente, única en el núcleo de Ablaña de Arriba era tal (de aquella no había agua en el grifo dentro de las casas) que para festejar la vuelta del agua se pidió prestado un organillo de los de manivela que tenían en la Casona del Portalón (La Manigua), artilugio musical con el que se amenizo una fiesta-baile en la que participaron todas las gentes del pueblo.
Corría el año de 1.955 (año arriba o abajo), cuando la empresa minera de Nueva Montaña horadó un túnel en las inmediaciones de esta fuente, con tal mala suerte que cortó el manantial que surtía de agua a esta fuente. O al menos en esa fecha el caño se secó definitivamente.

Como ya deje constancia anteriormente, en este pueblo sobra todo lo que represente un trozo de historia y como no podía ser de otra manera la infraestructura de La Fuente Nicasio fue destrozada parcialmente haciéndola, como se puede apreciar en la fotografía, irreconocible.
 Se acabó el carbón, se llevaron la fábrica, se secaron los manantiales…  Y lo poco que nos queda, cualquier día nos lo lleva un airón...

                                                                                                                                         Juan La Viru

domingo, 24 de noviembre de 2013

ABLAÑA, A MERCED DE LA MADRE NATURALEZA.

Hoy el arroyo Nicolasa baja casi seco y las escasas aguas que aportan los pocos manantiales que sobrevivieron el envite de usureros mercaderes, nos lo demuestran. Su hondonada tuvo que ser en sus orígenes, de un color verde brillante; mas, por mor de un afán de enriquecimiento rápido, volviose de un triste gris, mate y manoseado. Aún pueden verse en el entorno de la cúspide de su cuenca (el pico Llosorio), las heridas dejadas por el especulador. Todavía no desaparecieron las huellas que dejaron a sus espaldas, las excavadoras en su rápida huída, una vez agotado por completo el preciado oro negro. Atrás queda la impronta dejada por el hombre en sus laderas, todas horadadas cual queso “emmental” y regadas de surcos por donde antaño pasaban vías mineras, por las que unas pobres mulas arrastraban precarias vagonetas cargadas del negro fósil.
Si desciendes a lo profundo de su depresión, se pueden ver abandonadas escombreras, si es que la espesa e impenetrable maleza que recorre su superficie te lo permite. Todo ese escombro fue arrancado de sus entrañas, amén del carbón que se lo llevaron a saber dónde. Como consecuencia su subsuelo está hueco, por lo que las viviendas de toda la zona se hunden y resquebrajan sin que aparezca por cualquier lado, autor alguno de tal desaguisado; hasta el punto de estar en busca y captura, por desaparecido, el hipotético y esquivo responsable subsidiario. Tal despropósito y muestra de dejadez, nos revela la magnitud de lo que antes fue, en la misma manera que nos enseña, hasta qué punto pueden llegar las miserias de ser humano.
Si continúas bajando, llegas a su vega, donde más ancho se hace su valle. Allí donde, sus exiguas aguas desaparecen sin pena ni gloria, tras mezclarse con las orgullosas del Río Caudal. Donde un entramado de vías se extiende, formando dibujos de infinitas líneas paralelas. Allí surgió un pequeño y entrañable pueblo, Ablaña. Hijo de la revolución industrial. De niño bullicioso y ahora reino de quietud y abandono; antes rico y ahora, por pobre, ignorado. En su época de esplendor fue querido cual rica y bella manceba los es por amor interesado; mas, ahora que es pobre y no tan bonita, se siente abandona e ignorada por tan interesado galán.
Actualmente, apenas quedan sanguijuelas, se han marchado una vez casi agotado sus recursos; justo en el mismo momento que la palabra “rentable” deja de aplicarse. Como efectos colaterales, el pueblo queda en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero eso sí, sin ningún tipo de cuidados paliativos, sociales, de recuperación del entorno, dinamización y mucho menos, económicos: a su suerte y a merced de la madre naturaleza.
Ahora, una vez finalizado el saqueo, vaga de puerta en puerta, pues no le ha quedado otro que volverse pedigüeño. No obstante, por más que llora no le hacen caso y, a duras penas, subsiste condenado en la ignominia, sin haber hecho nada para merecerlo. Mi pueblo se encuentra aislado en un mundo injusto y desagradecido, a la vez que atrapado e ignorado, en un laberinto que, aunque te prometan que la tiene, carece de salida.


En la actualidad, tan sólo nos queda un poco de romanticismo y añoranza de lo que Ablaña fue. Sin echar culpas por completo, diríamos que en parte es debido a la desidia continua de nuestros políticos, que sin duda la tienen; pero también, a la pasividad pusilánime de los que alguna vez vivimos allí. Quizás tengamos lo que nos merecemos.
Donato

miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL CASTILLETE OXIDADO

El 19 de Marzo del año 1.941 se inauguró en Las inmediaciones de Les Quintanes (Ablaña) el primer pozo minero horadado en vertical   en  el valle de Ablaña-Nicolasa, bautizado  con el nombre de: “Pozo San José”.
                Este pozo contaba  con una primera planta a 27 metros del brocal, una segunda a 70 y una tercera planta a una profundidad de  130 metros.
En el año 1.943 esta empresa, hasta entonces conocida como “Mina Llamas” es adquirida por la compañía santanderina de “Nueva montaña Quijano S.A., empresa que inicia la re profundización del pozo añadiendo una cuarta y una quinta  planta, para lo cual, y sin paralizar la producción, construye un nuevo castillete de mayor envergadura adosado al ya existente.

Este nuevo castillete tenía, y tiene,  una altura a la plataforma de las  poleas  de 26 metros. La totalidad de  su estructura se ensambló  con un total de 10.200 roblones de 30 milímetros de largo por 28 milímetros de diámetro. Esta cantidad de remaches, nada despreciable, sujetó 1.021 metros de angular de 75 milímetros de ala.  9.444 metros de pletina o llanta de 50 milímetros de ancho por 10 milímetros de grosor. 26 metros de doble TE de 300 milímetros (IPN 300). 200 metros de perfil en U DE 100 milímetros (UPN 100). 140 metros de angular de 45 milímetros de ala. 25 metros de redondo de 18 milímetros de diámetro. 90 escalones de fundición de 500 milímetros de largo por 230 milímetros de huella. 50 metros cuadrados de chapa de acero de 20 milímetros de grosor. 2 ruedas, radios de las ruedas, cojinetes y techumbre, sin definir. A estas cantidades hay que añadir algo más de 10.200 agujeros por los cuales se introdujeron  los remaches para inmovilizar las piezas.

 Trabajo de artesanos altamente especializados, “caldereros de raza lobo” que sin plataformas de elevación, ni grúas, ni soldaduras, ni tan siquiera cinturones de seguridad, elevaron  una joya que reluciente se inauguro en el año 1954 y que en el año 2.013 se desmorona expoliado y olvidado.

El “Castillete de Plata” (según la novela de Cesar Rubín), después de tan solo 59 años se queda, cual carroza de la Cenicienta, en:  “EL CASTILLETE OXIDADO”


                                                                                                                       Juan la Viru


lunes, 18 de noviembre de 2013

NUESTRA QUERIDA TÉRMICA

Lo primero que se nos viene a la cabeza cuando sale a colación la denominada Central termoeléctrica de La Pereda, indudablemente no se puede plasmar en forma impresa. Lo más probable, es que te metan preso por el simple hecho de escribir palabras que, sin lugar a duda, no se encuentran en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
A nuestro valle llegó un día, a principios delo 90 del pasado siglo, un grupo de pícaros con un cartapacio debajo del brazo. Con gran locuacidad pregonaban a los cuatro vientos el fin del agravio con la zona, la llegada del maná y, en conclusión, la panacea. Nos prometían convertirnos en el Olimpo, eso sí, con una carga de cinismo a la que, a estas alturas, deberíamos estar acostumbrados. Conclusión, como recompensa a todo lo que este valle aportó durante tanto tiempo, nos espetaron una bonita chimenea, por supuesto sin la opción de ruegos y preguntas. En defensa de tan beneficioso proyecto, argumentaron que, aún sin saber lo que en sus adentros se iría a quemar, por la misma brotaría, no obstante, perfume de azahar, aroma y ambrosía. Mientras, muy lejos de tan privilegiado lugar, los mismos interlocutores, disfrutarían a salvo del placer y de la comodidades de la electricidad.
Sindicatos y Hunosa de la mano por un lado, y nuestros queridos políticos por el otro, nunca estarían más de acuerdo. Los primeros, porque la minería tenía fecha de caducidad, por lo que había que “diversificar”, y los segundos porque actuaban como títeres cuyas cuerdas eran movidas por las grandes compañías eléctricas. En resumen, reunión de lobos, perdición de ovejas, y estas últimas ya sabemos todos quienes son.

Bien nos vendieron la moto, refregándonos las bondades de la combustión en lecho fluido. Su principal baza sería, la carencia prácticamente total de lluvia ácida en sus alrededores. La creación de empleo en la zona, reclamo para la llegada de otras empresas, dinamización del entorno, etc. serían parte de sus innumerables "ventajas". Sin embargo, y hasta el día de hoy, de todas ellas poco se sabe, ya que sobre dicha térmica planea una gran nube de sospecha, lo cual conduce a, los común mortales, cobijarnos bajo la sombra de escepticismo y la resignación.

Por si fuera poco, el oscurantismo y la falta de información existente en cuanto los niveles de contaminación desde entonces, planea continuamente sobre este complejo termoeléctrico que, sin embargo, todos obviamos mirando hacia otro lado; como si no existiera. Según diferentes estudios, en cuanto a centrales de entre 50 y 100 MW, la central de La Pereda supera en algunos casos los límites estipulados y en otros, roza el máximo permitido.


Parece incomprensible que llevemos casi veinte años conviviendo con ese mamotreto, y que nadie se digne a informarnos sobre los efectos que pudiera acarrear sobre nuestra salud. Tal pareciera que para “ellos”, tan sólo fuéramos un montón de cobayas, baratos y dóciles.

En Ablaña, La Peña'l Cuervu, La Faidosa, El puente la Luisa, Rimeses, Sueros, La Rebollá, El Rollu, Copián, Santa Llucía, Aguilar, El Padrún, El Navalín, Valmurián, Les Cuestes de Baiña, Baiña, Pumardongo, La pereda y El Curión, hace casi veinte años que nos levantamos con la bonita vista de dicha instalación, acostumbrados tendríamos que estar; pero no. Nos quitaron Fábrica de Mieres, que amén de producir humo, resultaba ser el corazón del motor económico de toda la cuenca e, incluso, de Asturias entera. No obstante, nos endiñaron esta joya donde, debido a su tecnología y mecanización, no trabaja casi nadie, y los resultados esperados de dinamización de la zona, no aparecen por ningún lado.



Nos quitaron humo y hollín y nos trajeron: dióxido de azufre, óxido de nitrógeno, anhídrido carbónico, óxido nitroso, ozono, metano, hidrocarburos y otros oxidantes foto-químicos, así como, compuestos orgánico-volátiles y amoniaco. Por si esto no fuera suficiente, después de demonizar hasta casi prohibir las cocinas de leña de toda la vida, por contaminantes, ahora van y se sacan de la manga el combustible ideal para nuestra querida térmica, la solución a todos nuestros problemas energéticos: Biomasa, osea, más leña. ¡No querías taza!, pues toma dos.


Donato



viernes, 15 de noviembre de 2013

ABLAÑA DEL REY ALFONSO

San Martín del Rey Aurelio recibe este nombre con todo el derecho como ya hemos visto alguna vez en estos artículos, porque, efectivamente, fue durante un tiempo la corte de este monarca. Por el mismo motivo Ablaña, en Mieres, debería llamarse Ablaña del Rey Alfonso, ya que también fue residencia de otro rey asturiano -el casto Alfonso II-, aunque en este caso de manera forzosa.

 A la hora de hacer la historia de la Monarquía asturiana, la fuente fundamental son las crónicas que se escribieron para narrar los sucedidos de la época; y entre lo que cuentan, todas se detienen a narrar brevemente las biografías de nuestros regios antepasados. La mayoría se redactó varias generaciones después de que ocurriesen los hechos y por ello presentan abundantes lagunas. De las que se conservan la más antigua es la llamada Albendense, que se concluyó en noviembre del año 883 y por lo tanto parece ser la más fiable. 

Pues bien, al referirse a Alfonso II, esta crónica nos narra que fue un buen rey y que dejó buen recuerdo entre sus vasallos. Sus contemporáneos lo llamaron el Magno, aunque luego para no confundirlo con Alfonso III que tenía el mismo apodo, los historiadores acabaron inclinándose más por otro apelativo que también se le dio en vida: «el Casto», y que refleja perfectamente cómo fue su vida: buen militar y mejor cristiano.

Nuestro soberano se mantuvo en el trono cincuenta y un años en los que hubo de todo: combates constantes contra los musulmanes, terribles derrotas y grandes victorias, e incluso lo que hoy llamaríamos un golpe de Estado en el que se le relegó del gobierno hasta que sus fieles volvieron a restituirlo en el trono. Sucedió cuando llevaba once años de gobierno y fue apartado por las armas de la corte ovetense; no conocemos cuánto tiempo duró este exilio ni tampoco sabemos con exactitud dónde estuvo el rey; aunque la crónica sí nos da el nombre medieval del lugar: el monasterio de Abelania, originando todo tipo de interpretaciones de los expertos.

Buscando parecidos actuales con este nombre, hace cuatro siglos el ilustre padre Luís Alfonso Carballo, autor de «Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias», se inclinaba por Avilés, mientras que el humanista cordobés Ambrosio de Morales prefería situarlo en Samos. El primero no aportaba ningún dato para apoyar su idea y la teoría del segundo quedaba coja porque en el lugar gallego no hay ningún documento ni tradición que recuerde tal cosa. 

Por su parte, ya en época más reciente, Constantino Cabal llevaba Abelania hasta la Liébana, en Cantabria, donde existieron en otro tiempo dos monasterios llamados Bellenia, uno dedicado a Santa María y el otro a San Salvador. Investigando lo mismo, otros autores han citado puntos tan dispares como Ablaneda, en la parroquia de Godán del concejo de Salas, o el monasterio de San Cosme y San Damián de Abeliare, en León, olvidando que se fundó en el siglo X. 

A pesar de todo, el lugar que cuenta con más partidarios es Ablaña, un topónimo que se explica casi siempre como derivado de las avellanas (ablanes, en asturiano), pero que seguramente tiene más que ver con la proximidad al río Lena, nombre que durante siglos sirvió también para conocer el Caudal, junto al que se ubica esta población mierense. De esta opinión son nada menos que Claudio Sánchez Albornoz, Ramón Menéndez Pidal y Armando Cotarelo. 

Vamos a ver lo que sucedió en la corte ovetense para que se desencadenase este episodio: la crónica se limita a calificar la acción contra Alfonso II como un acto de tiranía, sin dar más explicaciones y, como tampoco cita a los responsables, hay que suponer que tuvieron que ser personajes importantes, aunque no tanto para que alguno entre ellos llegase a reclamar la corona, de modo que es lógico suponer que en la conspiración participasen magnates y seguramente también obispos. 

Los motivos están más claros. Hay que recordar que se vivían tiempos convulsos. El padre de Alfonso II, el rey Fruela, había sido asesinado después de que él mismo matase con sus manos a su propio hermano, y la corona, antes de llegar a quien correspondía dinásticamente, había pasado por cuatro cabezas: Aurelio, Silo, Mauregato y Bermudo el Diácono; cada uno de ellos había tenido, lógicamente, sus respectivos partidarios que ahora estaban frustrados y, por lo tanto, los grupos de rencorosos llenaban todas las esquinas de la Corte.

Alfonso se encontró, en cuanto llegó al trono, con uno de los momentos más delicados de la guerra contra los musulmanes al sufrir en sus carnes los éxitos militares de Hixem I, un hijo del famoso Abd al Rahman I, que derrotó en varias ocasiones a los cristianos asturianos entrando en Oviedo; pero lo que es más importante para nosotros es que también era una terrible amenaza para los franceses, e incluso en una ocasión llegó a sitiar la ciudad de Narbona.
Era inevitable que asturianos y galos se uniesen ante el enemigo común y ello favoreció la amistad entre las dos coronas y aunque nuestras crónicas no hablan de estas relaciones, las francesas sí lo hacen y por ellas sabemos que en el 795 Alfonso II envió una embajada a uno de los hijos del todopoderoso Carlomagno, Luis el Piadoso, que entonces se encontraba en Tolosa.

Las conversaciones fueron tan positivas que la delegación volvió en otras dos ocasiones, en 797 y 798 y nunca faltaron los intercambios de obsequios entre los dos reyes; también los franceses mandaron al menos en una ocasión a un embajador, un obispo de Orleáns, que vino a matar dos pájaros de un tiro ya que de paso se interesó en combatir la herejía adopcionista que entonces tenía adeptos en Asturias. 

Esta amistad con el poderoso imperio extranjero fue interpretada por algunos asturianos principales como un riesgo de sumisión a Carlomagno, e incluso algunos historiadores franceses hoy en día siguen afirmando sin fundamento que cuando Alfonso II escribía al francés firmaba como vasallo suyo. Por fin, la gota que colmó el vaso de sus opositores fue el nombramiento para uno de los cargos de confianza de la corte, el Oficio Palatino, de un francés, lo que levantó ampollas y dio el motivo para la revuelta.

Según Constantino Cabal, quien publicó una extensa monografía sobre este reinado, el rey fue llevado a Abelania en el 802 cuando nada en sus dominios hacía presagiar una conspiración que, sin embargo, estaba sólo esperando el momento adecuado. Entre los escasos datos que proporciona la crónica está una pista sobre los libertadores del monarca: un grupo de fieles encabezados por Teuda, o Teudano, un nombre de origen visigodo y en el mismo sentido la palabra fieles tampoco puede interpretarse simplemente con el sentido actual como aquellas personas que eran partidarias del rey, sino que así se denominaban aquellos súbditos que se comprometían a defender al soberano por un juramento especial. 

Hemos dicho que mientras Alfonso II estuvo apartado nadie se sentó en su trono, hasta que finalmente fue restituido en su autoridad y que una cuestión pendiente está en saber cuánto tiempo duró el exilio. Pues bien, todo indica que no debieron pasar más de cinco o seis años, porque sabemos que en el 808 el rey ya ejercía plenamente sus derechos, como lo demuestra el que en aquella fecha hizo la donación a la iglesia de Oviedo de la Cruz de los Ángeles, que hoy es el símbolo de la ciudad.

No sabemos cómo tratarían a Alfonso II en Ablaña, pero por bien que fuese siempre iba a recordar aquel episodio como uno de los más penosos de su vida y pasados muchos años aún se refería a él como un periodo de «graves tribulaciones». 

Ahora es inevitable preguntarse si queda alguna huella del monarca en el pueblo mierense: la respuesta es negativa, aunque también es cierto que tampoco se ha buscado. El monasterio más antiguo que conocemos en la zona se fundó en Baíña siglos después y en Ablaña el punto con más historia es la casona de los Muñiz, que luego emparentaron con los Bernaldo de Quirós y en la que hoy, una vez modernizada, apenas queda nada original. Frente a ella está la capilla dedicada a San José, sin mucho arte pero con muchas posibilidades de que esté construida sobre un edificio anterior, ¿Qué tal si miramos debajo?

Ernesto Burgos (historiador)


Artículo publicado en La Nueva España el día 25 de septiembre de 2007

martes, 12 de noviembre de 2013

LA MINA DEL MACHO

Una de las minas más importantes que abastecían de hulla a la Fábrica de Mieres en el año 1.855 era la Mina del Macho (La Peña el Cuervu). La Revista Minera del mismo año la describe del siguiente modo:
“… una de las minas más importantes que abastece  la casi totalidad de hulla a la fabrica es la conocida con el nombre del Macho, situada en la margen izquierda del Rio Lena (se refiere al Rio Grande, hoy Rio Caudal)  a muy corta elevación sobre el nivel del citado rio.
Esta galería, que cuenta con una longitud de cerca de 2.000 metros, está abierta en una capa, cuya potencia media es de un metro, y su inclinación es de 45º a 50º N.O.
Las labores de explotación en ella establecidas, consisten en pozos abiertos sobre la misma capa de 20 en 20 metros de distancia, a partir de la galería, arrancando la hulla en testeros y dejando por vía de fortificación unos macizos de 5 varas de anchos de carbón entre cada dos pozos o chimeneas que constituyen las labores preparatorias. En el cielo y piso de las galerías se deja también una parte de la capa de un espesor variable según la consistencia del terreno y la del combustible que queda sin arrancar.
Este método evita el empleo de relleno y el de la madera de fortificación en los campos de labor.
La hulla es grasa con desprendimientos de gases inflamables en las labores.
El alumbrado se hace por medio de candiles de hoja de lata, muy ligeros y de pequeña cabida, que los operarios llevan en la cabeza.
La extracción mensual se calcula en 40 ó 46  Quintales, siendo el coste de cada uno en la boca-mina de, 16 maravedíes, aproximadamente. El número de trabajadores empleados en la mina es de 50 picadores y 10 vagoneros, ganando los primeros 63/4 reales  y 51/2 los segundos, siendo por su cuenta el aceite.
La tarea del picador consiste en el arranque de dos vagones de carbón, y la del vagonero en la extracción de 6 ó 9 vagones, según la distancia en la que se encuentre la parte de explotación.
La cabida de un vagón se regula en 20 ó 22 Quintales de hulla y se extraen por camino de hierro con pletina de 0,015m  de espesor colocada de canto y sujeta en traviesas de Encina. La distancia entre raíles es de 0,60m.
Cada  Vara de avance en la galería con la colocación de los raíles, etcétera se calcula en 34 reales de coste…”
La Mina el Macho se explotaba en la zona Noroeste de La Peña el Cuervu (La Faidosa).  El carbón se bajaba por un ramplón hasta la orilla Rio Caudal. Un ramplón en la jerga minera,  es una excavación en el terreno en forma de canal, generalmente en pendiente, por donde se arrojaba el mineral para que  se deslizase por su propio peso. A veces, el suelo del ramplón,  se tapizaba con tablas para favorecer el citado deslizamiento.
El ramplón utilizado por la Mina el Macho fue posteriormente aprovechado en el año 1,871 por la Mina Nicolasa para cimentar  el ferrocarril de  un plano autopropulsado por el cual se bajaba el carbón de las explotaciones mineras de montaña de las “Minas de Nicolasa" al lavadero de Los Cribos. (La Navalina-Ablaña)
Agotados los yacimientos de montaña, esta empresa,   acometió la profundización de un pozo-plano con el fin de explotar las vetas de carbón del subsuelo. En algún sitio he leído; que la ausencia, en aquellos tiempos,  de una tecnología que facilitase la extracción del agua, dio al traste con la viabilidad de la empresa.
En  el año de 1.874 se construyó sobre el Rio Caudal un puente para trasladar el carbón del Lavadero de los Cribos (La Navalina) hasta las instalaciones de la Fábrica  de Mieres. Este puente se bautizó con el nombre de “Puente  el  Macho”.  Probablemente la etimología de este puente se deba a   la Mina el Macho.
                                                                                           Juan La Viru

jueves, 7 de noviembre de 2013

... Y EL TREN, POR ABLAÑA, OTRA VEZ PASA DE LARGO




ECOMUSEO MINERO "VALLE DE SAMUÑO"
 Antiguo poso de San Luis (Langreo)
QUE LA NATURALEZALEZA SIGA SU CURSO.
A estas alturas, a todos los que estamos relacionados con Ablaña poco nos importa que nos pongan la etiqueta del victimismo a la espalda. Estamos más que cansados de ver cómo: cuando había mucho no nos llegaba ni un poco, y ahora, época de vacas flacas, tampoco nos toca nada,   
Si se compara (sin entrar en guerras territoriales) el tratamiento que se le da a las viejas instalaciones mineras, según se esté en una u otra cuenca minera, uno se da cuenta del gigantesco abismo que existe entre ambos. Mientras, a las situadas en la ribera del Nalón se las optimiza y restaura, en el Valle del Caudal se utiliza un criterio de filosofía ecologista: que la naturaleza siga su curso. 
 ... DE LA MALEZA IRRUMPE, LO QUE PARECE
SER, UN VIEJO Y OXIDADO CASTILLETE. 
Como muestra, invito a todo el que quiera, a acercarse a lo que antaño fue una  boyante y dinámica explotación minera: Mina Llamas. A medida que uno se va acercando observa un espectáculo apocalíptico y sobrecogedor. De sus impenetrables adentros y surgiendo de la maleza irrumpe, lo que parece ser, un viejo y oxidado castillete. Sin embargo, si te acercas a nuestra cuenca “gemela”, observas una retahíla de pozos mineros que, a pesar de haber abandonado hace tiempo su actividad industrial, se encuentra en perfecto estado de conservación y restaurados con muy buen gusto, dando una imagen acogedora y cuidada al entorno.
MUSEO DE LA MINERÍA Y LA INDUSTRIA DE ASTURIAS 
Antiguo pozo San Vicente (El Entrego)
                                                       ... UN ESPECTÁCULO APOCALÍPTICO Y SOBRECOGEDOR.


Varias fueron las ocasiones en las que se pudo poner fin a la deplorable situación de Mina Llamas; no obstante, otras tantas fueron las veces que serían paralizadas o desviadas a otros lugares. Varios, aunque estériles, fueron los proyectos que pendieron sobre el uso y aprovechamiento de sus terrenos liberados, como por ejemplo: Museo de la Minería de AsturiasParque Tecnológico del Campus Universitario de MieresNuevo Recinto Ferial de Mieres y alguno más.


Hace poco escuchamos la noticia de que el Gobierno del Principado de Asturias inicia los trámites para la declaración del Pozo Sotón como bien de interés general, razón por la cual, pasará a formar parte de la larga lista de actuaciones de restauración en las instalaciones mineras de dicha zona; me alegro por ellos.Por lo visto, la sombra del señor Fernández Villa, a pesar de haber abandonado su etapa como personaje público, aún perdura y, cual ciprés de Delibes, es alargada, y se extiende firme y vinculante hasta Oviedo, más concretamente, hasta la confluencia de la calle Marqués de Santa Cruz con la calle Fruela.
POZO SOTÓN (EL ENTREGO)

Pobre Ablaña, por enésima vez el tren del progreso (aún no siendo en este caso demasiado ambicioso), acaba de pasar por delante de sus narices y, a pesar de disponer de dos estaciones de ferrocarril, no ha efectuado parada en ninguna de ellas.









Una vez más, nos tendremos que acostumbrar a viajar en el vagón de cola. Parece como si este “privilegiado” lugar nos lo tuvieran reservado a perpetuidad nuestros queridos políticos desde hace varias décadas ¡Qué majos!