domingo, 27 de octubre de 2013

¡QUÉ GRANDE QUE ERA MI VALLE!

Quizás el regueru Nicolasa no tenga rango de río; sin embargo, el valle que riega tuvo, durante mucho tiempo, más categoría que otros bañados por corrientes de agua con tal distinción.
A lo largo de la historia, y en su entorno, se gestaron importantes acontecimientos, de gran trascendencia en cada momento: según el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, en un monasterio situado en las cercanías de su desembocadura, en lo que hoy es Ablaña de Abajo, y debido a intrigas familiares, estuvo cautivo el Rey Alfonso II (el Casto);  a mediados del siglo XIX, también en sus alrededores, la Asturian Mining Company levantó el primer alto horno de España y; casi un siglo más tarde, y también en sus dominios, se iniciaría un acontecimiento decisivo en la convulsiva política de la II República española: la revolución de octubre del 34.
Octavos de Nicolasa 1917
Fuente: Álbum Fotográfico de Mieres (1864-1939)
Desde que dicha compañía inglesa irrumpiera por estos territorios, tanto en las laderas de sus montes, como en sus escarpadas orillas o, incluso, en el interior de sus entrañas, floreció un entramado de compleja ingeniería geológica, dispuesto de manera organizada y distribuido estratégicamente por cada de uno de sus rincones: chamizos, “calicatas”, vías de ferrocarril minero, teleféricos, planos inclinados, cargaderos, escombreras, explotaciones a cielo abierto y, sobre todo, dos dinámicos pozos de extracción vertical del negro mineral, Mina Llamas (Nueva Montaña Quijano) y San Nicolás. Paralelamente, y al tiempo que se desarrollaba este “boom” industrial, en su parte baja, una pequeña aldea crecía hasta transformarse en un prospero pueblo que poco a poco dispondría de todos los servicios existentes en una pequeña ciudad del momento: Ablaña, mi Ablaña.
Cuanto glamur tuvo en otro tiempo. Tirando de la hemeroteca, descubrimos sus escarceos con la alta sociedad, Condes, Marqueses y familias adineradas vivían, se paseaban, se casaban o abrían sus negocios dentro de sus dominios. Apellidos como: Bernaldo de Quirós, Numa Gilhou, Álvarez del Manzano, Montoto o Figaredo, nos lo demuestran.
Por aquellos tiempos, raro era el que no conocía su nombre y, durante décadas, todos los caminos, aunque pocos y sinuosos, llegaban a ella. Nadie lo dudaba: estaba en el mapa.

Postal de 1957

En su época de esplendor, llegó a tener casino y rondaba la veintena de chigres. También disponía de Almacenes de vinos, varios comercios de productos básicos, Estancos, Kiosko, pequeños comercios especializados, Carnicerías, Pescaderías, Confitería, Panaderías, Droguería, Ferretería, Peluquerías, Carpintería, Sastrería, pequeñas industrias transformadoras, Farmacia, Cruz Roja, Centralita telefónica, Oficina de Correos, Economato de Hunosa, Consultorio médico, Cine, Cuartel de la Guardia Civil, Casa Sindical, varias Escuelas, dos activas Estaciones de Ferrocarril y algo más que, seguro, se me quedará en el tintero.
¿Quién en todo el concejo y ayuntamientos limítrofes no conocía sus concurridas y populares Fiestas de San José?, o que decir de su animada y campestre jira a la Meruxega el Domingo de Pascua. Del mismo modo, vecinos del pueblo también me hablan de otra fiesta campestre, que durante varios años se organizaba en el desaparecido Prau Regueru.


No obstante, en la actualidad, casi nada queda de aquello: las calles están casi desiertas; de los veinte bares, tan sólo nos queda uno y medio; no hay partidas de tute, garrafina o subastao; ¡Qué tristeza!, apenas hay niños; ya no existe aquel ruido continuo y olor a trabajo. Todo es silencio y abandono.
No nos queda más remedio que conformarnos con el romanticismo y añoranza de lo que fue. De aquella esplendorosa época industrial, tan sólo queda San Nicolás, pero con los días contados y en tratamiento paliativo. ¿Y Mina Llamas?: a merced de la naturaleza y mimetizándose con ella, que para nuestra desgracia, la tenemos que ver diariamente.
Sin echar culpas por completo, diríamos que en parte es debido a la desidia continua de nuestros políticos, pero también, a la pasividad pusilánime de los que alguna vez vivimos allí; quizás tengamos lo que nos merecemos.


3 comentarios:

  1. Ye una pena que el nuestru pueblu este asi... Lamentablemente muchos de nosotros no seguimos la tradicion familiar y emigramos pa la ciudad, algo que seguramente nunca habiamos pensao hacer cuando corriamos por les calles del pueblu.
    La xente no sabe bien lo que fue esti pequeñu pueblu; arteria principal en aquellos años doraos de la mineria y el trajin de trabayaores de aqui pa lla...
    Años que ye dificil que vuelvan.

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    1. Más claro, el agua. Nun se pue explicar mejor el problema que se nos plantea nel futuru d'esti pueblu.

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    2. Bueno.. Ahora no tenemos tanto. Pero tenemos, una farmacia, una peluquería, un kiosko, un bar... no es lo mismo pero habrá que luchar por lo poco que queda. Que aunque parezca poco tovia da vida a un pueblu. Y yo creo que la gente que tiene negocios en ablaña, está luchando por ello.

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